El desarrollo de las habilidades motoras brutas son esenciales para los niños autistas y las actividades acuáticas son divertidas, refrescan, alegran y relajan. Muchas veces, las mejoras se consiguen a través del juego, un fuerte elemento de motivación que permite al niño y al adulto controlar su esquema corporal en el medio acuático. Los médicos aconsejan normalmente, la práctica de este deporte porque estimula la capacidad cardiorrespiratoria, desarrolla en armonía todo el organismo, y relaja la excesiva tonicidad muscular de la tarea diaria. Además, se trata de una actividad de “bajo impacto”: cuando uno corre sobre la tierra, el impacto sobre el cuerpo equivale a casi tres veces el peso del mismo cuerpo, pero en el agua se neutraliza casi el 75 por ciento del peso corporal. El agua tiene, también, 12 veces más resistencia que el aire, de modo que, si bien evita el impacto, moverse contra el agua afirma los músculos y los fortalece. En otro sentido, la natación cumple un importante papel como agente socializante, mejora el desarrollo psicomotor, y favorece la autoestima y la independencia. Con este deporte se favorece la estimulación temprana y se incrementa el desarrollo motor, por medio de juegos. Pero sus beneficios no terminan ahí. Nadar brinda seguridad a quien lo hace, tomando en cuenta que no saber nadar es sentir miedo, y aprender es quitarse ese miedo. Por todo esto y más consideramos de vital importancia, la utilización del medio acuático como recurso para trabajar con personas con problemas psíquicos y de trastornos generalizados del desarrollo.