El senderismo además de mejorar la conexión del niño con su entorno, mejora también el tono muscular, las relaciones sociales y evita la pasividad. Supone un excelente ejercicio cardiovascular. Tiene como principio básico mejorar las condiciones tanto físicas como psíquicas de sus practicantes, además, en segundo plano, también aparece la recuperación y el reencuentro de la persona con el medio natural y el propio paisaje, regresando a ciertos aspectos de la vida tradicional. Desarrolla una sana convivencia entre familiares y amigos de cualquier edad, por lo que se incrementa el espíritu de apoyo y compañerismo entre sus aficionados, contribuyendo a la integración social de las personas con discapacidad física, psíquica y sensorial.